En un intervalo de apenas cuatro semanas, Meta y Google han presentado su visión sobre el futuro de la industria publicitaria, una propuesta que gira en torno a la inteligencia artificial como núcleo operativo. Ambas compañías están consolidando entornos automatizados que permiten a marcas y anunciantes activar, gestionar y optimizar campañas casi sin intervención humana. Se trata de sistemas cerrados, auténticas cajas negras, donde algoritmos y modelos generativos se ocupan de determinar la mejor combinación de mensaje, canal, audiencia, formato, frecuencia y timing.
Este cambio anunciado marca una disrupción profunda en la cadena de valor tradicional. Muchos de los servicios que las agencias hemos prestado históricamente, como la gestión táctica de campañas, la planificación de medios o la producción creativa estándar, quedan absorbidos por plataformas que prometen eficiencia, escala y rendimiento casi en tiempo real.
La IA como parte activa de cómo pensamos
Ante esta nueva realidad que se avecina, la reacción inmediata de una parte de la industria ha sido la inquietud. Aterra la visión de un escenario donde las agencias pasamos de nuestro tradicional rol de partner intensivo en ejecución. Sin embargo, el verdadero reto no es resistirse al cambio o atenuarlo, sino entender cómo reposicionarnos estratégicamente. Porque si algo ha demostrado esta industria, es que cada disrupción tecnológica ha sido también una oportunidad para evolucionar. La clave está en identificar con claridad qué tipo de valor no puede ser generado, al menos por ahora, desde una lógica puramente algorítmica.
En nuestro caso, esa reflexión se tradujo en una decisión: abrazar el cambio, no solo asumirlo. Hemos rediseñado nuestras capacidades, reformulado nuestro modelo de valor y adaptado nuestros procesos para convivir y trabajar codo a codo con las nuevas tecnologías generativas. Ya no hablamos de IA como tendencia: forma parte activa de cómo pensamos, cómo creamos y cómo operamos.
La inteligencia artificial puede automatizar la ejecución, pero no sustituye la visión de negocio. Puede generar piezas, pero no construir narrativas relevantes, ni dotar a las marcas de sentido, propósito o identidad. Puede escalar el delivery, pero no diseñar experiencias significativas ni comprender la complejidad cultural en la que operan las decisiones de consumo.
Aquí es donde las agencias debemos reenfocar nuestra propuesta. Nuestro valor diferencial no residirá ya en la capacidad de producción ni en la gestión técnica, sino en la consultoría estratégica, en la construcción de significado, en el diseño de ecosistemas experienciales coherentes con los objetivos de negocio y en la dirección creativa con intención.
El futuro es híbrido
Esto implica, por supuesto, una transformación interna. Necesitaremos incorporar capacidades de análisis algorítmico, dominar el funcionamiento de los modelos de IA generativa, integrar nuevas herramientas en nuestros procesos y capacitar a nuestros equipos en disciplinas que antes no eran esenciales. Pero, sobre todo, requerirá una actitud diferente: no competir con la inteligencia artificial, sino utilizarla como una extensión de nuestra inteligencia humana.
No se trata de prever el futuro, sino de construirlo desde dentro. Y por eso, en nuestro caso, ya hemos asumido el rol que creemos esencial: el de diseñar lo que las máquinas ejecutan, marcar el rumbo desde la estrategia y aplicar un criterio que solo la experiencia humana puede ofrecer.
En esta nueva etapa, las agencias no desaparecerán, pero sí deberán mutar. Quedarse en la zona de confort equivale a volverse prescindible. En cambio, abrazar esta transformación nos posiciona como actores aún más relevantes, precisamente porque aportamos aquello que la automatización no puede replicar: criterio, sensibilidad, intuición, creatividad con propósito y una visión de conjunto orientada a resultados sostenibles.
El futuro de la publicidad será híbrido. Las plataformas harán el trabajo operativo. Las agencias debemos ocupar el rol de dirección. Más que nunca, nuestro lugar estará en el pensamiento, en la orquestación y en la estrategia.
